SEIS SOMBREROS PARA PENSAR
SOMBRERO BLANCO: Con este pensamiento debemos centrarnos en los
datos disponibles. Ver la información que tenemos y aprender de ella.
El ciberbullying es el uso de medios tales como Internet, telefonía
móvil y videojuegos online principalmente, para ejercer el acoso psicológico
entre iguales.
Los insultos constantes en redes sociales,
intimidaciones por correo electrónico y amenazas anónimas mediante mensajes de
celular, se han vuelto parte de la vida de los niños en la actualidad, según
estadísticas muestran que el 4% de los niños y adolescentes mexicanos dijo
haber sido objeto del ciberbullying en 2010 a través de Internet, mientras que
vía celular la cifra fue del 7%. Actualmente en el 2015 la cifra sigue
aumentando.
SOMBRERO ROJO: con él observamos los
problemas utilizando la intuición, los sentimientos y las emociones. El
participante expone sus sentimientos sin tener que justificarlos.
En relación a los
efectos, los estudios evidencian que las ciber victimas tienen sentimientos de
ansiedad, depresión, ideación suicida, estrés, miedo, baja autoestima,
sentimientos de ira y frustración, sentimientos de indefensión, nerviosismo,
irritabilidad, somatizaciones, trastornos del sueño y dificultades para
concentrarse que afectan al rendimiento escolar; mientras que los
ciber-agresores muestran falta de empatía, conducta agresiva y delictiva, superior
consumo de alcohol y drogas, dependencia de las tecnologías y absentismo
escolar.
La salud emocional tanto como de la victima o el agresor se ven
sumamente afectadas, los niños afectados en un futuro crecerán siendo personas
trastornadas, lo cual es sumamente preocupante para una futura sociedad.
SOMBRERO NEGRO: haciendo uso de este
sombrero pondremos en marcha el pensamiento del juicio y la cautela, poniendo
de manifiesto los aspectos negativos del tema tratado.
La violencia, bien como conducta o como medio de resolución de
conflictos, deriva en consecuencias fatales y destructivas, tanto físicas como
psicológicas. Cuando la violencia afecta a niños, niñas y adolescentes la
malignidad de la situación es aun mayor. Cualquier niño, o adolescente victima
o testigo de un acto violento, a demás de sufrir la consecuencia dolorosa
inmediata, interioriza una experiencia negativa mediante la cual aprende el
mecanismo de la conducta violenta. Muchos de ellos acaban concluyendo que en el
mundo lo que funciona realmente es la ley del más fuerte, además esta creencia
queda reforzada con los acontecimientos bélicos y violentos que ven a través de
los medios de comunicación. Otros, aprenderán que el modo de quedar a salvo de
ser victima, es aliándose con el agresor. Además, los agresores, acostumbrados
a conseguir beneficios mediante su conducta, aprenden e interiorizan que el uso
de la violencia es un modo practico de conseguir cosas, y de esta forma están
construyendo el camino para convertirse en delincuentes.
En el peor de los escenarios muchas veces el acoso trae consigo
consecuencias serias, tanto que pueden hacer que un menor acosado contemple la
posibilidad del suicidio o se suicide.